Soy La Mente
En este mundo novelado soy inevitablemente el personaje principal.
Y no quiero ser parte de la
trama, quiero simplemente leer todo desde arriba, como un lector-Dios. Aunque está
claro que yo no decido esas cosas, pues estoy arrojado a una historia que ya se
está contando. A lo sumo, le puedo agregar tensión, intensidad o violencia al
argumento.
La cuestión es que la tierra gira
y nosotros también giramos y nos mareamos con ella. Nuestra vida es entonces un
remolino de cosas que nos suceden mientras giramos. Por eso sucede tan seguido
el tambaleo, la desorientación, la confusión de los caminos tomados.
Vamos por la vida girando
idiotamente en banalidades y nos hundimos en océanos de ignorancia. Ciegos,
tontos y animales. El humano que somos es simplemente un invento nuestro, una
cascara que necesitamos para esconder la bestialidad.
El lenguaje es una herramienta y
también un límite, una cordillera que nos impide seguir el viaje, el lenguaje
es algo con que chocar, pero las palabras son una maldición y una bendición al
mismo tiempo, hay cosas que gracias a ellas podemos conocer y otras que son un
misterio. En realidad, el lenguaje mismo es un misterio.
¿Pero por qué hay algo y no más
bien nada? Y ¿Por qué giramos idiotamente mientras el sol y los planetas lo
hacen inteligentemente orbitando en la muerte, yendo hacia la muerte?
Vivir es extinguirse, es quemarse
de a poquito. La energía que somos provoca un calorcito en el cosmos. En el
helado cosmos esa brasita somos. Tal pequeñez nos asusta y nos da importancia.
De pronto somos grandes y queremos comernos el universo de un solo mordisco,
abarcarlo todo de un solo pensamiento inteligente.
Si, hola, soy yo otra vez, como
cada día que te levantás acá estoy. Soy yo, eso que está adentro de tu cabeza,
esa vocecita hinchapelotas. Y otra vez, como cada día, como cada minuto y cada
segundo de tu vida consciente, te quiero estresar con pensamientos de toda
índole. Te quiero incomodar, te quiero volver loco. Pero obviamente fracaso en
todo y lo único que hago es volverte más y más racional. Ahora sos calculador,
ves todo con anticipación para justamente anticiparte a todo. Estás en cada
detalle, proyectás la consecuencia de cada pequeño movimiento y casi siempre
acertás los sucesos del futuro inmediato.
Cuando vos eras niño, yo también
estaba ahí, pero como la mayor parte del tiempo estabas jugando, no me
prestabas demasiada atención, es decir, solo me escuchabas de reojo…Sí, la
expresión está bien y es una invención mía, “me escuchabas de reojo”.
¿Te acordás el día que quise
asustarte y te dije algo que ni siquiera yo mismo sé de dónde salió?
Era algo como «En lo profundo de las tinieblas de tu mente
atormentada, donde los susurros ocultos danzan con la locura y una sombra se
arrastra, hay un mundo distorsionado de caos y desesperación. Las palabras se
deshilachan en incomprensibles fragmentos de significado, los pensamientos se
retuercen y deforman como serpientes venenosas. Las ilusiones se entrelazan con
la realidad y estás despierto y dormido al mismo tiempo y todo te duele y todo
te daña. Y para colmo hay unas risas histéricas que resuenan en el vacío y
hacen un eco infernal mientras mis ojos reflejan la oscuridad que ha invadido tu
alma». Recuerdo que después de terminar ese delirante fragmento de discurso
disperso y loco hice que tu oído izquierdo zumbara como cuando los soldados en
la guerra son aturdidos por una granada que les estalla muy cerca, un chirrido
agudo y punzante. Recuerdo que te asustaste mucho y quedaste en shock como
cinco minutos, no entendiste nada, casi te largás a llorar.
Hola, soy la mente, pero no la
mente tuya, soy la mente de todos, estoy en todas partes. Soy la vocecita
omnipresente, universal y eterna.
Y están errados los seres humanos
si piensan (aunque literalmente no piensan) que cada hombre, cada mujer, cada
ser humano tiene una voz propia. Lo que tienen es simplemente un cuerpo vacío,
una cascara rellena de carne y huesos, mecanismos biológicos complejos que forman
parte del proceso vital e inevitable de la muerte. Pero yo soy otra cosa, soy
el que escribe esto en occidente y también el que después, al otro lado del
mundo, en oriente se asusta de esta prosa oscura y poco clara. Puedo estar
adentro de una persona adulta y también en un niño, pero soy también la piedra,
un árbol, el aire y cada átomo de cada cosa de este mundo. Soy una energía pre
lenguaje, existo mucho antes que las palabras, existo incluso antes que la
vibración que mantiene latiendo al universo, pero para fines didácticos y de
comprensión te puedo decir que Soy La Mente y dejémoslo ahí.
Cuando el universo aún se estaba
cocinando en su química y las partículas elementales eran realmente
elementales, yo anhelaba ya el acontecer humano, vislumbraba ya en aquel
tiempo, de luz oscura pre-estelar, a ese hombre-mujer del futuro, lo sentía
venir, reconocía sus latidos y su calor orgánico. Hubiera querido yo en ese
momento poder manipular las estrellas, jugar con la materia y la energía para
que esa humanidad no pudiera ser, pero soy tan poca cosa a pesar de mi
omnipresencia que solo tuve el privilegio de observar impotente todo el
proceso.
Destinado a ocupar el lugar del
testigo eterno, obligado a narrarte cada tanto las mil historias del universo
cíclico. Lamentablemente inmortal, me paso los interminables días de mi vida
infinita intentando comprender aun lo incomprensible, tratando de comunicarte
lo incomunicable. El lenguaje no alcanza, las palabras fueron siempre y desde
el comienzo herramientas insuficientes e ineficaces. Y, aun así, emprendo
nuevamente esta empresa: la de comunicarte algo del todo, un objetivo trunco
desde el vamos. ¿Cómo decirte lo que yo sé y cómo contarte lo que aún no? Los
océanos de ignorancia son más bastos que los océanos del saber.
Pero soy la mente y mi trabajo es
ese, insistir a través de los siglos. Probando con un humano nuevo cada día.
Hoy es tu turno. Mañana intentaré con otro en el otro lado del mundo y por
supuesto, por razones comprensibles, ninguno me entenderá.
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